lunes, 31 de mayo de 2010

Titicut Follies // Frederick Wiseman



El momento más aterrador en la película viene de un preso que insiste en que no es una locura. Él aboga apasionadamente su caso ante un consejo de administración, alegando su tiempo en la cárcel ha hecho daño a su progreso, y la medicación se ve obligado a tomar está perjudicando a su mente. Suena nervioso y frenético, pero parece totalmente estable mentalmente. El Consejo hace caso omiso de sus preocupaciones, en respuesta al atacar a su sentido de la lógica, utilizando condescendiente explicaciones médicas de su encarcelamiento actual. Su solución es aumentar la cantidad de tranquilizantes para bajar el tono de su comportamiento. El hombre se ha institucionalizado desde hace más de un año.

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